«Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.»
(2 Pedro 3:18)
Este versículo del encabezamiento ha dado lugar al título de esta nueva revista de la cual recibe usted hoy el primer numeró.
Desde hace ya algún tiempo, habíamos pensado en empezar este trabajo bajo la dirección del Señor. Frente a la gran responsabilidad que esto representa, sentimos nuestra incapacidad y la necesidad de recibir únicamente de Él, la sabiduría precisa para este trabajo. No poseyendo en nosotros mismos ningún recurso, pedimos a nuestro Dios y Padre de concedernos lo que sea útil para cada número de esta publicación. Él solo podrá alimentar, bendecir y enriquecer lo que será presentado con su ayuda. De esta manera todos seremos alimentados espiritualmente como, en otro tiempo, aquellas multitudes: “Comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas” (Mateo 15:37). Nuestro deseo y oración es que Dios permita que estas páginas puedan responder a las necesidades de los creyentes que tienen hambre espiritual, que quieren hacer progresos y avanzar en el camino de la fe. Nos dirigimos, pues, a aquellos que han recibido al Señor Jesús como su Salvador perso-nal. Pero, animamos encarecidamente a todos los que aún no le conocen, para que acudan a Cristo, quien sobre la cruz dio “su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
En las cartas que recibimos muy a menudo encontramos la petición siguiente: «Ayúdenme a progresar en el conocimiento del Señor y de su Palabra». Este deseo viene de parte del Señor y lo encontramos igualmente en la segunda parte del versículo de introducción: “Creced en… el conocimiento de… Jesucristo”. Pidamos a Dios que nos dé a todos el vivo interés de prosperar espiritualmente (1 Timoteo 4:15), no sólo en el conocimiento sino también en la puesta en práctica de lo que sabemos que es la voluntad del Señor.
¡Que la lectura de esta revista produzca en cada uno de nosotros el efecto deseado para que podamos disfrutar de una comunión constante con el Señor, anhelando parecernos a Él y andar aquí abajo “como él anduvo” (1 Juan 2:6)!
Pedimos también al Señor que nos otorgue más energía para buscar en su Palabra, cada día, el alimento de nuestras almas. Entonces, podremos enfrentarnos mejor a los múltiples peligros que la vida actual pone en el camino de los fieles quienes, en el presente siglo malo, quieren vivir “sobria, justa y piadosamente”, esperando el retorno del Señor Jesús (Tito 2:12-13).
“Bienaventurado el varón… que en la ley de Dios está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Salmo 1:1-3). Véase tam-bién Jeremías 17:7-8.
Ser plantado cerca de las aguas (cerca de la Palabra), crecer, llevar fruto para el Señor, he aquí una vida cristiana útil al Maestro.