“No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis,
contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios”
(Levítico 19:31)
Las advertencias de la Palabra de Dios con respecto al espiritismo son repetidas en varias ocasiones con gran severidad. En consecuencia, ningún cristiano debería permitirse la más mínima relación con aquellos que practican las ciencias ocultas. Esas manifestaciones extrañas y sobrenaturales pueden tener diversas formas, pero todas proceden de Satanás. Ponen al hombre en contacto con el mundo de las tinieblas, del cual el creyente debe huir con horror. Los demonios se esconden detrás de los ídolos que los paganos adoran. Satanás arrastra al hombre a esta idolatría para que le adore en lugar de Dios.
Astrología, lectura de las manos, magia, videncia bajo todas sus formas son dominios de los cuales el cristiano se mantiene separado.
¿Y qué pensar de la evocación de los muertos? Es un engaño, porque los espíritus de los difuntos no están bajo el poder del hombre, de manera que no pueden ser llamados por un médium. Los espiritistas se extravían en ese ámbito extraño y sobrenatural que Dios prohibió formalmente. Caen bajo las garras de un poder superior al de ellos, cuya meta es engañar a los hombres y deshonrar a Dios.
Cristianos, apeguémonos a Cristo. Él venció a Satanás y destruyó sus obras para liberar a los hombres que son sus esclavos. ¡Huyamos con horror de todo lo relacionado con la magia y el espiritismo!