“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo.” (Filipenses 1:27)
“Que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo.” (Colosenses 1:10)
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis.” (Efesios 5:15)
La injusticia social, la violencia y la inmoralidad son los rasgos dominantes del mundo de hoy. Los países cristianizados, en los cuales la influencia cristiana frenó durante mucho tiempo el relajamiento de las costumbres, dan actualmente, a ese respecto, un triste ejemplo al resto de las naciones.
No es un fracaso del cristianismo y la victoria del mal sobre el bien. No son sus principios los que fallaron, sino los propios creyentes. La cristiandad en general no creyó —y menos aun practicó— la doctrina de Aquel cuyo nombre lleva. Tal vez se hable bien de la moral cristiana, pero no se quiere saber nada de Jesucristo, quien es la fuente y la inspiración de ella.
Los que nos declaramos cristianos, ¿somos conscientes de que este nombre proviene de Cristo? Para serlo no es suficiente figurar en un registro de bautismos. Ese libro no será consultado el día del juicio. El que será abierto entonces es el libro de la vida (Apocalipsis 20:15). Éste lleva los nombres imborrables de todos los verdaderos hijos de Dios. Si su nombre se encuentra en él, usted es responsable de vivir hoy como cristiano. Si no está allí, apresúrese a acudir a Jesús, quien, por su sacrificio, expió en la cruz los pecados de todos aquellos que ponen su confianza en él.