- Sus virtudes y su fe: Lucas 7:1-8.
- La ayuda del Señor: v. 9-11.
Explicación y enseñanza
El tema principal de la historia: la fe del centurión.
- El centurión (jefe de 100 hombres) era un distinguido pagano que, como Cornelio, temía a Dios (Hechos 10:2). Amaba a sus siervos. A menudo, los esclavos eran tratados cruelmente, no tenían derechos y eran propiedad de su amo. En cambio, ¡cuán amable fue este centurión que intercedió a favor de su siervo enfermo! Tenía compasión y humildad. Envió a unos ancianos de los judíos, luego a sus amigos y, finalmente, él mismo se hizo presente (compárese con Mateo 8:5). El centurión amaba también a los israelitas, pese a su inferior condición; los amaba como pueblo de Dios y les edificó una sinagoga. Los judíos respondieron a ese amor aunque, por costumbre, odiaban a los romanos. Es un hermoso testimonio de la generosidad del romano.
- El centurión tenía muchas virtudes, pero el siervo fue sanado sólo a causa de su fe y él mismo seguramente fue salvo (léase Marcos 11:24). ¡Cuán grande debió de ser su fe para que el Señor se maravillase de ella! El centurión no era un rabí ni un fariseo o escriba que esperaba al Mesías; era un pagano, pero humilde, y se inclinó ante Jesús, le honró y reconoció su grandeza y su poder. Dijo: “No soy digno de que entres bajo mi techo... di la palabra, y mi siervo será sano” (léase Salmo 107:20-22). Mediante la fe, el centurión fue hecho partícipe de las bendiciones del Hijo de Dios, mientras que Israel, que se vanagloriaba de su descendencia de Abraham, se excluía de las bendiciones en la tierra y en el cielo a causa de su incredulidad.
En todo tiempo, el camino hacia Dios permanece abierto a la fe (léase Juan 3:36; 10:16; Romanos 11:17-21).