La esclavitud del alcohol

Un hombre, bebedor, camina titubeando; habla con voz fuerte y mal, golpea a su mujer, y normalmente no trabaja. ¡Qué triste espectáculo! Arruina su salud, destruye a su familia y pierde su voluntad. Es realmente un esclavo del alcohol. Si afirma que dejará la bebida cuando quiera, se deja engañar por una mentira del diablo. No puede hacerlo simplemente porque su voluntad está debilitada y a menudo no siente el deseo de dejar el vicio.

Este hombre se encuentra en un terrible estado de esclavitud. Sin embargo, fue creado a imagen y semejanza de Dios.

Si usted es creyente y tiene esta debilidad, no se crea fuerte ni capaz de resistir fácilmente a la tentación. Por lo tanto, huya de todo lugar donde se beba y de todas las ocasiones que puedan conducirlo lentamente a esta esclavitud. Hágalo por el honor de Dios y de su Hijo Jesucristo, Señor suyo. Usted es un redimido del Señor, por lo que le pertenece enteramente: su espíritu, alma y cuerpo son de Él (véase 1 Corintios 6:19-20; 1 Tesalonicenses 5:23). Ponga todo su ser a disposición de Cristo, por amor y reconocimiento a Él.

Su Dios le ama y el Señor Jesús, su Salvador, le ama. Cuando usted se deja llevar por la bebida, ambos son ultrajados en extremo. No puede tener más comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Deshonra el nombre de Jesucristo.

¿Qué se puede hacer entonces? Comience por humillarse y por confesar su pecado al Señor Jesús. Será provechoso también pedir consejo a un hermano de confianza que podrá ayudarle según la Palabra. Será también necesario pedir perdón a todos aquellos a quienes ocasionó perjuicios, comenzando por su familia.

Huya de todas las ocasiones que puedan llevarlo a beber. No tenga vino en su casa. No haga bebidas alcohólicas. Huya de los lugares donde se expendan.

Escuche la enseñanza de la Biblia: Es Dios mismo quien habla: “No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente. Mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades” (Proverbios 23:31-35).

“El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora,
y cualquiera que por ellos yerra no es sabio”

(Proverbios 20:1)

“¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez;
que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende!”

(Isaías 5:11)

“Fornicación, vino y mosto quitan el juicio”
(Oseas 4:11)