- La circuncisión de Jesús: Lucas 2:21.
- La presentación en el templo: v. 22-35.
- El remanente que esperaba “la consolación de Israel”: v. 36-40.
Explicación y enseñanza
El Señor nació bajo la ley (Gálatas 4:4); de ahí la circuncisión. Del tipo de sacrificio que presentan los padres se deduce su pobreza (Levítico 12:8).
El remanente (Simeón y Ana) reconoce en el niño al Salvador (gracia), en tanto que Israel como pueblo permanece alejado. (Por remanente se entiende la pequeña parte creyente en Israel, en tanto que el pueblo en su conjunto persevera en su incredulidad; compárese con Romanos 11:4-5 y 25). Dios recompensa el fiel apego a su Palabra. Simeón ve en el niño la “luz de las naciones” (Isaías 49:6) y la gloria de Israel. Bendice a José y a María, la madre del Señor, pero no al Señor mismo —aunque toma al niño en sus brazos— pues ello no hubiese sido conveniente (Hebreos 7:7).
Simeón dice: “He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel”. El Señor mismo debía manifestar los corazones en Israel (1 Pedro 2:6-8). Ahora, igualmente, la palabra de Cristo y de su cruz es para unos “olor de vida para vida” y para otros “olor de muerte para muerte”; para unos es locura, para otros bienaventuranza (1 Corintios 1:18; 2 Corintios 2:16).
Los creyentes (el remanente) se conocían entre sí (Lucas 2:38; Malaquías 3:16). Asimismo hoy, los hijos de Dios se conocen y hablan entre sí del Señor y se edifican unos a otros (Judas 20-21).
Este texto también es útil para maestros de escuela dominical y estudiantes de las Santas Escrituras.