Circulan muchas opiniones erróneas en cuanto al asunto que usted nos presenta, el cual, como a usted, perturba a muchas almas. Continuamente se nos pregunta acerca del «pecado imperdonable» y del «pecado contra el Espíritu Santo». Si lee cuidadosamente Mateo 12:24-32, verá que el Señor Jesús habla acerca de “la blasfemia contra el Espíritu”, de la cual los judíos apóstatas eran culpables. Para esto no había ni podía haber perdón. ¿Qué se podía hacer por aquellos que no sólo rechazaron al Hijo, sino que resistieron al Espíritu Santo, y atribuyeron su bendita acción a Beelzebú? No podían ser perdonados en la «era» de la ley ni en la del Mesías. En resumen, en esta parte de la Escritura se refiere enteramente a la nación apóstata de Israel entregada a perdición sin esperanza. Sabemos que justamente antes del comienzo del milenio habrá un remanente arrepentido, a los que se les abrirá una fuente, y el cual constituirá el núcleo de la nación restaurada. Pero éste es un tema demasiado amplio para ser tratado aquí. Lo único que podemos agregar es que creemos que es una tentación de Satanás que le hace pensar que usted cometió «el pecado imperdonable»; pero debe tener la plena seguridad de que nunca fue culpable de ningún pecado que no pudiera ser borrado por aquella sangre que nos limpia de todo pecado. Muchos tienen dificultad para comprender 1 Juan 5:16: “Hay pecado de muerte”. Pensamos que ésta es una cuestión de los caminos gubernamentales de Dios. En 1 Corintios 11:30 vemos que Dios castiga a su pueblo con enfermedades y hasta con la muerte misma a causa de sus caminos, pero en ninguno de estos pasajes hay algún pensamiento referente a «un pecado imperdonable». No creemos que ningún pecador, en este “tiempo aceptable”, en este “día de salvación” (2 Corintios 6:2), esté fuera del alcance del amor de Dios que todo lo perdona, y de la sangre expiatoria de Jesús. Aquellos que rechazan el Evangelio serán entregados a “un poder engañoso” (2 Tesalonicenses 2:10–12). Pero ese terrible momento aún no ha llegado. “El día de la venganza” (Isaías 63:4) está contenido por la paciente misericordia de Dios.