“Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.”
(Isaías 26:20)
Este llamamiento de Dios no se dirige a los creyentes de hoy, sino a Israel en el tiempo futuro de la gran tribulación. Antes, la Iglesia habrá sido arrebatada al cielo, ya que será guardada “de la hora de la prueba” (Apocalipsis 3:10). Pero los israelitas, a quienes se dirigen esas palabras, habrán venido a Dios durante el período que separa el arrebatamiento de la Iglesia y la mitad de la última semana profética de Daniel (9:27).
En ese tiempo constituirán el pueblo de Dios. En este pasaje de Isaías 26, están invitados a esconderse, porque será el tiempo en que “la indignación” de Dios caerá sobre los impíos. En Mateo 24:15-18, el Señor hace una advertencia semejante. Será el tiempo más espantoso que el mundo jamás haya visto; por todas partes sólo habrá devastación y sufrimientos indecibles. Sin embargo, el cumplimiento del justo juicio de Dios sobre los impíos y el reconocimiento público de los derechos de Cristo en la tierra serán un tema de gozo y de alabanza para los habitantes del cielo (Apocalipsis 18:20; 19:1-2).
Notemos la expresión “un poquito, por un momento”. Pone en evidencia la gran bondad de Dios. El día de la gracia ha sido prolongado —su duración lleva ya 2000 años— y ese día de terrible juicio es acortado de la mayor manera posible. El Señor dice referente a esto: “Si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:22).