Ante las bendiciones que Dios nos concede como sus siervos, procuremos con anhelo que produzcan en nosotros humildad, acercándonos a Aquel que las da, de quien procede todo don excelente y quien solo hace una obra verdadera. Siento continuamente la necesidad de velar para que la obra no me aparte de Dios. Uno se alegra cuando las cosas van bien, y se olvida de depender de Él. La comunión se interrumpe; la conciencia pierde su espiritualidad, admitiendo que la posee, y uno no juzga todo en la presencia de Dios. Uno no se percata de ello en el momento mismo, sino cuando la comunión se restablece y no tarda en notar la diferencia. Dios permanece siempre fiel y bueno.
Que Dios guarde a todos los suyos muy cerca de Él, fuente de gozo y poder. Su presencia es nuestra seguridad.