La Biblia, resumen de sus 66 libros /3

1 Crónicas – 2 Crónicas – Esdras – Nehemías – Ester – Job – Salmos – Proverbios

1 Crónicas

“Oh Jehová, por amor de tu siervo y según tu corazón,
has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus grandezas.”

(1 Crónicas 17:19)

Este libro resume los caminos de Dios en gracia para con Israel, sobre todo durante el reinado de David, el hombre según el corazón de Dios. Por lo tanto, los dos libros de Crónicas son similares al Deuteronomio, ya que examinan los hechos durante el reinado en Israel según la perspectiva de la gracia divina. El reinado de Saúl ni siquiera es mencionado, sino sólo su triste final en la batalla. Saúl es una figura del hombre en la carne, que no puede recibir o ejemplificar nada de la gracia de Dios. David es una figura de Cristo, en quien esta gracia se manifiesta admirablemente. Tampoco se hace mención de los siete años y medio de reinado de David en Hebrón sobre Judá únicamente, sino que sólo se menciona su reinado sobre todo Israel. La gracia de Dios, ciertamente, abarca a todo Su pueblo, no solamente una parte.

Los manifiestos males morales que afectaron la casa de David son omitidos en este libro: el grave pecado de David, el de Amón su hijo, y la orgullosa rebelión de Absalón. Pero hay muchos detalles acerca de los preparativos de David con vistas al reinado de Salomón, como también de la gran provisión de materiales para la construcción del templo. Este trabajo igualmente era para la demostración de la gloria y de la gracia de Dios.

Así pues, la historia de David es vista aquí, no como una biografía del hombre, ni siquiera oficialmente como rey, sino como una figura de Cristo. Ello se debe a que los eventos relatados muestran a David de manera notable bajo este carácter.


2 Crónicas

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado,
y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”

(2 Crónicas 7:14)

El resumen de los caminos de Dios llenos de gracia en relación con los reyes continúa en este libro. El magnífico reino de Salomón es visto aquí figurando de forma hermosa el reinado de paz del Señor Jesús en la gloria milenaria. Por consiguiente, nada se dice de su grave desviación del camino de obediencia a Dios, cuando se casó con muchas mujeres, siendo mal influenciado por ellas.

No obstante, se debe notar la división del reino en los días de su hijo Roboam, porque la gracia no deja de lado el gobierno de Dios. Se le prohíbe a Roboam intentar hacer volver de nuevo a las diez tribus por la fuerza. Ellas establecieron un nuevo centro en Samaria y un nuevo rey, que incluso no es de Judá. Son mencionadas en este libro solamente en relación con la historia de Judá, ya que la gracia de Dios sólo debe ser mostrada en relación con Su línea escogida, es decir, la línea del verdadero Mesías, el Señor Jesucristo. Esto resalta admirablemente en las historias de Asa, Josafat, Ezequías y Josías.

Este libro magnifica notablemente los benditos consejos de la gracia de Dios, y es un precioso indicio del carácter del tribunal de Cristo para el creyente. Si los libros de los Reyes nos muestran la desagradable historia del hombre, los libros de Crónicas, por otro lado, muestran de qué forma la gracia de Dios supera el pecado del hombre.


Esdras

“Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén.” (Esdras 9:9)

Esdras, que significa «ayuda», está escrito por un escriba que lleva ese nombre. Relata la obra restauradora de Dios para traer de regreso a algunos de los judíos a Jerusalén. Un primer grupo vino con Zorobabel (2:2), con el objetivo de reconstruir el templo. Ésta fue la orden de Ciro, rey de Persia, ya que, en esa época, los medos y los persas habían conquistado el Imperio Babilónico. Ciro decretó que los utensilios del templo (que Nabucodonosor había traído previamente) debían ser devueltos al templo que se iba a reedificar. Hubo estorbos a la reconstrucción, pero Dios, al utilizar a los profetas Hageo y Zacarías, permitió su finalización, como lo muestra el capítulo 6:14-15.

Más tarde, otro grupo de judíos volvió con Esdras durante el reinado de Artajerjes. Como sacerdote de la descendencia de Aarón, fue enviado tanto para ayudar en la reconstrucción del templo como para establecer gobernadores y jueces que conociesen la ley de Dios para gobernar el país.

Este libro es necesario para nuestros días, porque los que desean volver a la verdadera adoración a Dios, según la Escritura, pueden esperar encontrar oposición. No obstante, su fe será recompensada, si perseveran y mantienen firmemente los verdaderos principios de Dios.


Nehemías

“Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.” (Nehemías 8:10)

Nehemías (su nombre significa «consuelo de Jehová») escribe la historia de su relación con el remanente que regresó de la cautividad. Fue a Jerusalén casi trece años después de Esdras, conmovido por las noticias que había recibido acerca del deteriorado estado de la ciudad. Dios le concedió gracia ante Artajerjes, rey de Persia, de quien era copero. Obtuvo autoridad para reconstruir las murallas de Jerusalén.

Hombre de fe, enérgico y administrador capaz, organizó a los judíos para el trabajo de reconstruir la muralla. Los estimuló para trabajar así como para luchar por los intereses de Dios en la ciudad. Su firme decisión, su sabia forma de evitar las astutas trampas del enemigo, sus cortas y fervientes oraciones, no dejan de atraer a todo lector interesado. No se puede ignorar la influencia de la autoridad del gobierno persa en todo el libro.

Nehemías es un libro especialmente útil en nuestros días. Ilustra el hecho de que la verdadera fidelidad a Dios de parte de sus hijos, y su propósito de corazón de construir una muralla de separación del mundo y de sus maldades, enfrentará ruda oposición del enemigo. Por pequeño y despreciable que un testimonio así pueda parecer a los ojos de los hombres, su firme y humilde fe en un día de confusión es preciosa para Dios.


Ester

“Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias;
Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más.”

(Ester 9:4)

El libro trata de los judíos durante el tiempo de su cautividad en un país extranjero, ocultos entre las naciones, pero bajo el cuidado providencial del Dios a quien ellos habían desobedecido. No obstante, el nombre de Dios no se encuentra en este libro: Él también está oculto. No puede vincular públicamente su nombre con ellos, debido a que su cautividad es el castigo a causa de su desobediencia. Además, éstos habían escogido permanecer en Persia a pesar de que Dios les había abierto el camino para que volviesen a Israel. No tenían un real interés por volver al lugar que Dios les había dado cuando otros lo habían hecho.

No obstante, aquí vemos la mano de Dios que se impone en misericordia y protección. Es una figura de la bendición que ha de venir a los hijos de Israel que ahora están dispersos, después de mucha cruel aflicción y persecución.

Ester misma puede recordarnos la belleza que Dios ve en su pueblo a pesar de su fracaso y alejamiento. En cuanto a Mardoqueo, es una figura de Cristo. Primero, protege al rey Asuero de aquellos que complotaban planeando su muerte. Luego, habiendo escapado a la muerte, ocupa un lugar cada vez más alto en Persia.

Este libro ilustra bien los tratos de Dios con cualquier verdadero creyente que se vuelve descuidado y desobediente en sus caminos. Éste no tiene una real comunión con Dios, no goza en la presencia del Señor. No obstante, Dios se preocupa de él permitiendo pruebas que tienen en vista su restauración en sumisión al Señor.


Job

“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.
Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.”

(Job 42:5-6)

Job es un libro poético del cual se reconoce desde hace mucho tiempo su espléndido lenguaje. Job probablemente vivió en la época de Abraham. Aunque era el hombre más justo de la tierra, Dios permitió que sufriese intensamente bajo la mano de Satanás. Sus tres amigos supusieron que, para merecer tal sufrimiento, Job debía haber sido culpable de un pecado encubierto. En sus discursos intentan, suavemente al principio y más cruelmente después, arrancarle una confesión al respecto. Job alega su propia inocencia, y piensa que la manera de obrar de Dios para con él es injustificada.

Sin embargo, este sentimiento explica la intervención divina, pues era necesario que Dios derribase la orgullosa justicia propia de Job.

Cuando los tres amigos de Job dejan de hablar, Eliú, un hombre joven, habla verdaderamente por Dios. Sus palabras afectan la conciencia de Job, que se queda sin respuesta. Eliú es una clara figura del Señor Jesús, el Intérprete de los caminos de Dios.

Luego, Dios mismo habla a Job desde un torbellino. Le señala las muchas maravillas de la creación que demuestran que la sabiduría del Creador es infinitamente más alta que el concepto del hombre, y que, en comparación, la sabiduría del hombre es una ignorancia patética. Job saca serias lecciones de todo esto y dice: “Me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (42:6). Éste es el gran punto decisivo, y “bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero” (42:12). Job es un libro muy valioso para enseñarnos el verdadero juicio de nosotros mismos y la sumisión a la voluntad de Dios.


Salmos

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado.”
(Salmo 1:1)

El libro de los Salmos, al igual que el de Job, es un libro poético. Forman una colección que salieron de la pluma de varios escritores inspirados por Dios: David, Asaf, Moisés, Hemán, Etán, los hijos de Coré (V.M.), Salomón (V.M.), y posiblemente otros que se desconocen. Sin embargo, todo está perfectamente ordenado por la influencia del Espíritu de Dios. Están llenos de consolación cuando describen los sentimientos del corazón en todo tipo de circunstancias, trayendo la respuesta de Dios a cada necesidad del alma.

Ante todo, los Salmos hablan de Cristo, y en ellos encontramos sus propios sentimientos:

  • su preocupación por la gloria de Dios y por la bendición de las almas;
  • su estado de ánimo como Varón de dolores, Aquel que fue humillado, desechado por los hombres, y que sufrió la angustia de la cruz y el abandono de Dios;
  • su gozo ante los resultados producidos por su muerte expiatoria;
  • su ira, igualmente, contra la maldad del hombre.

Sus sentimientos fueron tan variados como las circunstancias que tuvo que enfrentar. Considerar sus sentimientos es un bálsamo maravilloso para los sentimientos de nuestros propios corazones.

No obstante, debemos recordar que los Salmos fueron escritos desde un punto de vista judío. Las bendiciones de Israel, junto con sus aflicciones, penas, y castigos, son lo más prominente en el libro. Éste es profético en cuanto a la historia de Israel a través de todas sus dificultades, hasta su elevación en la gloria del reino milenario. De ninguna manera esto disminuye las bendiciones espirituales que se encuentran en este libro para nosotros. Los Salmos proveen a nuestras almas consuelo y estímulo.


Proverbios

“Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos.”
(Proverbios 1:5-6)

El libro de los Proverbios es poético, escrito por el rey Salomón en su juventud. Contiene instrucciones sabias para la conducta en todas las esferas de la vida individual. Simplemente propone una gran verdad que domina el libro: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (1:7). Nos advierte contra males sutiles, dando al mismo tiempo las instrucciones para evitarlos.

Presenta las cosas en su verdadera luz, a fin de que el lector pueda formar un juicio apropiado y claro. También va a la raíz de los asuntos y muestra los motivos que producen ciertas acciones, exponiendo así al lector la verdadera forma de actuar de su propio corazón. Trata con los pensamientos, la boca, los labios, la lengua, el oído, el ojo, la mano, el pie, como estando todos relacionados con la conducta del individuo. Muestra fielmente el resultado de los pensamientos, de las palabras y de las acciones, buenas o malas; es decir, la cosecha de lo que se siembra. Y cuán claramente enseña que sólo el verdadero conocimiento del Señor mismo puede preservar el alma en los caminos de la verdad.

Las instrucciones de los Proverbios son principios apropiados al reino de paz de Salomón, y guardan un gran parecido a los principios del Reino de Dios, como en Mateo 5, 6 y 7. En Proverbios 25 a 30, encontramos proverbios de Salomón copiados por los varones de Ezequías, rey de Judá. Por tanto, son los recursos de Dios para los tiempos en los cuales el reino estaba en un estado de división y de ruina. Son particularmente preciosos también actualmente, cuando el reino de Dios se halla en un estado de deterioro. El libro proporciona un excelente curso de psicología.