No solamente los designios de Dios están detrás de las circunstancias que suceden, sino que también Él mismo pone todo en movimiento. Necesitamos aprender esto, dejarlo actuar y no pensar demasiado en los movimientos de la actividad del hombre. Éstos cumplirán los propósitos de Dios o serán reducidos a cenizas y desaparecerán. Sólo debemos hacer tranquilamente la voluntad de Dios.