Cuando el Espíritu Santo actúa, un solo instrumento es tan bueno y eficaz como setenta hombres; y cuando el Espíritu Santo no trabaja, setenta hombres no tienen más valor que uno solo. Todo depende de la energía del Espíritu Santo. Con Él un hombre puede hacerlo todo, sufrirlo todo, soportarlo todo. Sin Él, setenta hombres no pueden hacer nada.