“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?” (v. 1). Es una pregunta a la cual el profeta Isaías no responde, dejando al mismo Señor hacerlo. “En aquel tiempo”, es decir, después de haber reconvenido a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, después de que el brazo de Jehová se manifestara a su pueblo y que éste lo rechazara, “en aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mateo 11:25). Es una respuesta divina a la pregunta del profeta. Los sabios y los entendidos de este mundo leyeron este capítulo 53 de Isaías y no lo comprendieron, pero “perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14). En su gracia, el Señor ha llamado a él a los niños, y a ellos ha sido revelado “Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:24). Contemplémoslo algunos instantes en este capítulo, en la misma fe y actitud que los niños.