“Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.”
(Apocalipsis 1:19)
El Apocalipsis, último libro de la Biblia, anuncia la victoria final de Jesucristo. En el original griego, la palabra «apocalipsis» no significa «catástrofe», sino «revelación». Ya desde el principio encontramos una descripción gloriosa del Señor Jesús, “Aquel que nos ama” (cap. 1:5, V.M.); es presentado en su majestad de juez. Desde el cielo, escudriña todos los corazones: nada está oculto a sus ojos. Conoce el verdadero estado de todos los que se dicen cristianos.
Los capítulos 2 y 3 dan una visión profética de la cristiandad, de su historia en la tierra.
Los capítulos 4 y 5 nos llevan al cielo para contemplar allí escenas de alabanzas a Dios y a Jesucristo. Todos aquellos cuyos pecados fueron borrados por Su sangre estarán allí alrededor de Él.
Los capítulos 6 a 20 muestran los terribles juicios que alcanzarán entonces al mundo hasta que Jesús venga a la tierra para establecer su reino de justicia y de paz. Actualmente el mundo está dominado por un usurpador, el Diablo. Dios soporta esta injusticia proclamando su gracia a todos los hombres, pero pronto dará lugar a que Cristo haga valer sus derechos, como Creador y como Redentor.
Al final del capítulo 20 encontramos el juicio final de los incrédulos, con la desaparición del mundo que conocemos.
Los capítulos 21 y 22 dan una descripción figurada del estado eterno (cuando “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor”, cap. 21:4) y de la Iglesia en el cielo, “teniendo la gloria de Dios” (v. 11). El libro termina con la promesa del Señor: “Ciertamente vengo en breve” (cap. 22:20). ¿Podemos cada uno responder: “Amen; sí, ven, Señor Jesús”?