Cristo, glorificado a la diestra de Dios, es el fundamento de mi paz. Le conozco como Aquel que llevó mis pecados en su cuerpo sobre el madero y me reveló el amor de Dios; estoy vinculado a él en su carácter de varón de dolores que descendió a la tumba, que resucitó y que ahora se encuentra a la diestra de Dios para siempre.