Este mundo no siempre será el lugar de recreo del diablo. Ello no le será permitido eternamente.
El Hijo de David (Jesucristo) debe tener su lugar en la escena del mundo, y también su gloria, porque será su amo absoluto; entonces el mundo será cambiado: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte” (Isaías 11:9).
Llegará el tiempo en que Cristo sea el Príncipe de paz. Él expresó positivamente que ése no es el tiempo actual. “¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión” (Lucas 12:51), es decir, que éste es el tiempo en que la introducción de la luz despierta las pasiones de los hombres; y hasta que la segunda venida de Cristo las reprima, ellas continuarán causando estragos.
Ahora, los cristianos tienen que tomar la cruz y seguir al Señor. Si Cristo reinara actualmente, ¿sus discípulos no tendrían otra cosa distinta de la cruz? Con toda seguridad tendrían coronas.
La Palabra nos dice claramente que nuestra parte es la cruz, y que debemos tomarla cada día (Lucas 9:23). Pero, cuando Cristo reine, ésta ya no será la porción de su pueblo. Entonces vendrá para “ser glorificado en sus santos” (2 Tesalonicenses 1:10). Y, ciertamente, la porción de éstos será gloriosa cuando él venga para reinar.