“Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Así en medio de todas vuestras preocupaciones, podéis dar gracias a Dios, lo que es un efecto de la maravillosa gracia de Dios. “Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios” ¿Tiene usted un peso sobre el corazón? Presente a Dios su petición. Él no dice que usted obtendrá lo que ha pedido. Pablo tuvo por respuesta a su oración: “Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9). Pero la paz de Dios —y no usted— guardará su corazón y sus pensamientos.
Él está alguna vez desconcertado por las pequeñas cosas que nos turban. ¿Pueden ellas hacer vacilar su trono? Piensa en nosotros, lo sabemos, pero no se altera; y la paz que hay en el corazón de Dios guardará nuestros propios corazones. Yo le presento todo lo que me turba, y descubro que está enteramente tranquilo al respecto. Es una cuestión completamente arreglada. Sabe perfectamente bien lo que va ha hacer. He depositado mi peso en el pedestal del trono que no puede ser conmovido, con la absoluta seguridad de que Dios se interesa por mí; la paz en la que Él se encuentra guarda mi corazón, y puedo darle las gracias incluso antes de que la causa de mi trastorno haya desaparecido. Puedo decir que Dios se interesa por mí ¡gracias le sean dadas! Qué bendición poder poseer esta paz, poder exponer mi petición a Dios —puede ser incluso una loca petición— y en lugar de insistir sobre mis dificultades, poder entrar en los pensamientos de Dios al respecto.
Para mi corazón es grato saber que Él está en el cielo y nos lleva consigo, y que también desciende aquí abajo y se ocupa en todo lo que nos concierne. Mientras nuestros afectos están ocupados de las cosas celestiales, podemos encomendarnos completamente a Dios en cuanto a las cosas terrenales. Él se encarga de todo aquí abajo. Como lo dice el apóstol Pablo: “De fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló”(2 Corintios 7:5-6). Valía la pena estar humillado para recibir una consolación como ésa. ¿Es un Dios que se mantiene aparte, o es más bien un Dios que está muy cerca?
No nos permite ver más allá de nosotros, pues entonces nuestro corazón no sería ejercitado; pero, aunque nosotros no Le veamos, Él nos ve, y se acerca a nosotros para darnos todo el consuelo en nuestras dificultades.