“No soy digno de que entres bajo mi techo” (Lucas 7:6).
“Ni aun me tuve por digno de venir a ti” (Lucas 7:7).
“No soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado” (Marcos 1:7).
“He pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno” (Lucas 15:21).
“Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno” (Apocalipsis 5:4).
“Señor, digno eres de recibir la gloria... porque tú creaste todas las cosas” (Apocalipsis 4:11).
“Digno eres... porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes” (Apocalipsis 5:9-10).
“El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5:12).