“Espigó, pues, en el campo hasta la noche,
y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada.”
(Rut 2:17)
Rut era hábil y trabajadora; deseaba apropiarse de todo lo que la gracia divina había puesto a su disposición. Espigó “hasta la noche”. ¿Tenemos el mismo ardor por el trabajo?
Rut también desgranó las espigas que había recogido. El grano no puede crecer sin la paja, pero esta no contiene ningún alimento para el hombre. Inevitablemente hay «paja» en los mensajes y las meditaciones. Se dan ilustraciones para transmitir una verdad o principio, y a veces es necesario repetir las cosas dos o tres veces para asimilarlas y retenerlas. Además, todos tenemos algunas debilidades en nuestra forma de expresarnos. A veces, un predicador intenta voluntariamente mostrarse interesante y popular; trata de decir las cosas de manera diferente a los demás, busca exponer algún pensamiento nuevo, o algo similar. Entonces, hay tanta «paja», que tenemos que tomarnos el trabajo de encontrar el grano.
Un solo método puede producir mucho grano: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo” (1 Pedro 4:11). Las palabras pronunciadas no solo deben estar de acuerdo con la Palabra de Dios, sino que deben decirse según la voluntad de Dios y expresarse en el tiempo y lugar que Dios quiere.
A menudo, después de una reunión, no llevamos más que la «paja»: solo recordamos las debilidades e imperfecciones del predicador, o quizás la bella apariencia externa del mensaje. A Rut no le interesaba la «paja». Desgranó las espigas para llevar solo los granos a casa, porque el alimento se encuentra solo en los granos. Esforcémonos en hacer lo mismo.