La perfección no se halla más que en el amor: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen... para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos... Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:44-48). El amor es el camino de la perfección: “Mas yo os muestro un camino aun más excelente”, aquel del amor (1 Corintios 12:31; 13). Es el camino de los hijos de Dios: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó” (Efesios 5:1-2).
El amor es el vínculo de la perfección: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” (Colosenses 3:14). El amor es el descanso perfecto y eterno: Dios “callará de amor” (Sofonías 3:17).