“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”
(Lucas 11:3)
“Basta a cada día su propio mal.”
(Mateo 6:34)
«Uno de los secretos de una feliz vida cristiana —escribió alguien— es vivir un día por vez. Los grandes períodos nos desgastan. Pero, de hecho, no hay grandes períodos. La vida no nos llega toda de golpe. El mañana no nos pertenece y, cuando llegue, Dios nos dará nuestro pan y fuerza cotidianos».
Otro decía: «Un hombre no puede hacer hoy una reserva de gracia para el futuro, así como no puede comer suficientemente hoy para los próximos seis meses, ni almacenar bastante aire en sus pulmones para vivir durante una semana. Pero nos está permitido tomar de las reservas de gracia de Dios día tras día, según nuestras necesidades».
El Salmo 84 declara bienaventurado al hombre cuya fuerza está en Dios (v. 5). Y el versículo 7 nos muestra a este mismo hombre utilizando esta fuerza tomada de Dios para avanzar paso a paso en su camino. Pero no recibe hoy la fuerza que necesitará los próximos días, lo que obedece a una evidente razón: si fuera posible hacer provisión para mañana, el creyente cesaría mañana de buscar la fuerza en Dios; se apoyaría sobre la provisión recibida y no sobre Aquel que se la ha dado.
No, Dios jamás dará su fuerza por anticipado. Él proveerá a todas nuestras necesidades, pero ¡un día por vez!