“Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días,
y nos den legumbres a comer, y agua a beber.”
(Daniel 1:12)
Daniel se hallaba en Babel. Allí, por orden del rey, debía ser preparado y comer cada día de los manjares reales. Esto le causa un conflicto de conciencia. ¿Cómo es posible que un israelita pudiese comer carne de animales impuros, cuando Dios lo prohíbe en su Palabra?
La manera en que resuelve este problema es instructiva para todos los creyentes:
- Daniel propuso en su corazón no contaminarse con los manjares y el vino del rey. Con plena determinación, deseó seguir siendo fiel a Dios y a su Palabra.
- Daniel se dirige entonces a su superior y le ruega humildemente que le permita no contaminarse. El superior, aunque expresa sus reservas, no rechaza rotundamente su pedido.
- Daniel no se da por vencido, sino que, da un paso más y hace una sabia propuesta al supervisor: “Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber.”
- Daniel confía en Dios, que esta prueba con legumbres y agua tendrá éxito. Después de los diez días, él y sus tres amigos se ven efectivamente mejor que sus compañeros. En consecuencia, pueden seguir renunciando a los manjares y al vino del rey.
Determinación, humildad, sabiduría y confianza en Dios: estas cualidades han de guiarnos cuando no podemos obedecer las órdenes de nuestros superiores a causa de nuestra conciencia.