¿Qué es tu amado más que otro amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? (Cantares 5:9)
La amada en el Cantar de los cantares es la imagen de los creyentes. A ella se le pregunta por su amado, e inmediatamente lo describe y lo retrata de cabeza a pies (5:10-16). Le sale a borbotones, y sigue encontrando nuevas palabras y nuevas comparaciones. Ella lo caracteriza tan claramente y con tanto detalle, como solo el amor verdadero y profundo puede hacerlo.
¡Qué hermoso sería que nosotros también estuviéramos siempre tan dispuestos a hablar de Jesús, nuestro Señor! Así no tendríamos que pensarlo durante mucho tiempo ni preguntar primero a otra persona. Simplemente nos alegraríamos de poder hablar de él. Bastaría con que alguien se interesara de verdad para que nuestro corazón se desbordara y habláramos del Señor, como la amada, llenos de admiración y adoración.
Si quiere compartir el Evangelio, necesita amor: amor por su Señor y amor por la gente. Si tiene este amor, entonces puede y quiere hablar. Por lo tanto, ¡no se conforme nunca con menos! Su amor por el Salvador y por las personas debe ser una llama ardiente.
¿Le preocupa la difusión del Evangelio? Entonces renuncie a todo lo que le estorba. Si quiere difundir el Evangelio, tiene que acercarse a la gente. Debe ser serio y una verdadera carga para usted. Recuerde: es una situación de vida o muerte, de cielo o infierno; es una cuestión de si alguien se salva eternamente ¡o se pierde eternamente! Clame al Dios de toda gracia, para que nadie se vaya: sin estar impresionado... sin quedar tocado... ¡sin ser salvo!
“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Corintios 5:11)