El sábado

El término “sábado” proviene de un verbo hebreo que significa «descansar» o «cesar toda actividad». El sábado o “día de reposo” es la muestra del descanso de Dios, que siguió a la creación. “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra... Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo” (Génesis 2:1-2).

El sábado no es pues una señal meramente judaica. Sólo más tarde Dios ordenó el sábado como señal del pacto perpetuo entre él y su pueblo: “Les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos” (Ezequiel 20:12).

Es interesante leer en el libro de Éxodo tres pasajes en los cuales se habla del día de reposo o sábado. Siempre se menciona en relación con las grandes intervenciones de Dios con respecto a su pueblo.

  1. El don del maná es la expresión de la gracia del Dios fiel que se ocupa de su pueblo: “Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová... Así el pueblo reposó el séptimo día” (Éxodo 16:23-30).
  2. El don de la ley es la expresión de las exigencias de Dios, las cuales el hombre es incapaz de cumplir. El cuarto mandamiento declara: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo... Jehová... reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó” (20:8-11).
  3. El don de recursos para la edificación del tabernáculo es la expresión del deseo de Dios de habitar en medio de su pueblo: “En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo... El día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová” (31:12-17; 35:1-2).

Así, ya sea que se trate de la gracia de Dios o de la incapacidad del hombre para obedecer a Dios, o también del anhelo de Dios de morar en medio de los hombres, el sábado es mencionado como la señal del propósito divino de introducir al hombre en su reposo.

Está claro que el sábado pertenece a la primera creación. Está escrito que cuando Dios terminó su obra, descansó el día séptimo (Hebreos 4:4). No obstante, este reposo fue de corta duración. La creación fue dañada, degradada a causa de la transgresión del hombre, del primer Adán. ¿Desde entonces, cómo Dios habría podido descansar en medio de un ambiente caracterizado por el pecado, la miseria y la muerte? Dios trabaja de nuevo a fin de hacer feliz al hombre, introduciéndolo en su descanso. Esto es lo que el Señor Jesús declaró después de haber sanado a un enfermo en el día de reposo: “Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17).

Así es cómo el Señor continuaba trabajando, sanando y librando, a menudo en un día de reposo. ¿No es Él, el Hijo del hombre, “Señor... del día de reposo”? Podía disponer de este día como lo creía conveniente (Marcos 2:28). Fue de lugar en lugar haciendo el bien, hasta que llegó el día de la gran obra de salvación del hombre. Murió en la cruz y, hecho significativo, pasó el día de reposo en la tumba. Luego, resucitó al día siguiente. Un nuevo día resplandeció, el de una nueva creación, el de la entrada en la época de la gracia, el primer día de la semana. La primera creación —y con ella, la ley y el día de reposo— se acabó con la muerte de Cristo. Por eso, el día de reposo no tiene más razón de ser. Es un error, un sinrazón, hoy en día forzar a un hijo de Dios a que guarde el día de reposo. Una nueva creación, la creación de Dios, de la cual Cristo es el principio (Apocalipsis 3:14), surgió después de su resurrección. Así pues, es otro día el cual el creyente es llamado a respetar: el primer día de la semana (y no el último), el día del Señor. Las Escrituras hablan a menudo del día de reposo, pero raramente del día domingo. No obstante, este día es mencionado una vez al menos en las cuatro partes que constituyen el Nuevo Testamento, lo que hace resaltar aún su importancia.

  1. En los Evangelios: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro” (Juan 20:1).
  2. En los Hechos: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan (20:7).
  3. En las Epístolas: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado” (1 Corintios 16:2).
  4. En el Apocalipsis: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor” —o «Dies Domini»— (1: 10). De esta expresión latina provino la palabra corriente «domingo».

El versículo de Hebreos 4:9 debe atraer nuestra atención. Está escrito: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”. Dios descansó después de las obras de la creación, pero este descanso, a causa del pecado del hombre, no duró mucho tiempo. Josué introdujo a los hijos de Israel en Canaán, pero a causa de su infidelidad, no conocieron el verdadero descanso. Queda pues un descanso sabático, no un nuevo sábado, sino, según el texto original, un «sabatismo», es decir un descanso que permanece, que nadie podrá perturbar. Tal descanso será realizado sobre la tierra por el pueblo de Israel en los días del milenio. El descanso del Señor, la raíz de Isaí, en él será gloria, dijo el profeta (Isaías 11:10). En el cielo, Él mismo será la porción de la Iglesia, el pueblo celestial de Dios. En el estado eterno, donde Dios será todo en todos, al fin Dios “descansará en su amor (Sofonías 3:17, V.M.). Entonces, todos los que le pertenecen reposarán en su descanso.