“Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido;
y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.”
(2 Timoteo 3:14-15)
Pablo nació a principios del siglo pasado en una familia cristiana. Cada día los padres y sus siete hijos leían con gozo algunos pasajes de la Biblia, la Palabra de Dios. Pablo deseaba ardientemente una Biblia que le perteneciera sólo a él. Pero, ¿cómo conseguir el dinero necesario para esa compra tan especial? El muchacho no poseía nada y sus padres eran pobres.
Triste, pero esperanzado, reflexionó largamente sin hallar una solución. Sin embargo, un día el alcalde de la aldea prometió dar una moneda por cada cola de topo que fuera llevada a la alcaldía, porque los topos devastaban los cultivos.
Después de varios meses de caza, Pablo pudo llevar cien colas de topos a la alcaldía y recibió el dinero prometido. Es fácil imaginar su alegría cuando pudo, por fin, comprar la tan deseada Biblia.
El trabajo que le costó a Pablo conseguir su Biblia no era mucho en comparación con el valor que ella tenía para él.
¿Qué precio tiene para usted la Palabra de Dios?