Pregunta: En la Biblia, ¿cuáles son los diferentes significados de la palabra «salvación»?
Sentido general
Es útil notar que las palabras «salvar» y «salvación» tienen un sentido muy cercano a «librar» y «liberación». Una liberación puede ocurrir en contextos muy diferentes. Cuando Pedro caminaba sobre el mar, comenzó a hundirse y gritó: “¡Señor, sálvame!” (Mateo 14:30). Y fue librado de ahogarse.
Jesús dijo a Jairo cuya hija acababa de morir: “No temas; cree solamente, y será salva” (Lucas 8:50). Al instante la niña fue resucitada, librada de la muerte.
El Señor dijo a una gran pecadora: “Tu fe te ha salvado, ve en paz” (7:50); es la confirmación de su declaración anterior: “Tus pecados te son perdonados” (v. 48). Fue librada de la condenación merecida por sus pecados.
Los que se burlaban de Jesús sobre la cruz dijeron: “A otros salvó; sálvese a sí mismo” (23:35), refiriéndose a las liberaciones que Jesús había hecho y ¡provocándolo a descender de la cruz!
El apóstol Pablo, prisionero, ponía su confianza en Dios para que las nefastas maquinaciones de sus adversarios fueran transformadas para su bien y no para su mal. Dijo: “Sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación” (Filipenses 1:19).
La salvación eterna
La salvación de nuestras almas
Cuando empleamos las palabras salvación o salvar, a menudo nuestros pensamientos se concentran sobre la liberación esencial que nos hace pasar de la muerte a la vida. Citemos algunos de los numerosos pasajes que nos presentan esta salvación:
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
“En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (4:12).
“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).
Hemos sido liberados de nuestra condición de pecadores y su condenación. Hemos sido lavados de nuestros pecados y justificados delante de Dios. Recibimos la vida eterna. Venimos a ser hijos de Dios. Esta salvación nos une a Cristo de manera maravillosa: Dios nos ve “en él”, y nos hizo “aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Y todo esto no se nos puede quitar.
La salvación consumada, completa
Sin embargo, aunque está perfectamente asegurada desde el día en el que recibimos al Señor Jesús por la fe, nuestra salvación será completa en el momento en que nuestro cuerpo mortal sea transformado y seamos introducidos en la gloria. Estamos todavía sobre la tierra en donde sufrimos, en estos cuerpos caracterizados por el pecado y las debilidades. Pero pronto seremos liberados de esto y conoceremos la salvación en su plenitud. He aquí algunos pasajes que nos hablan de la salvación que está delante de nosotros:
“Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Filipenses 3:20-21). Esta transformación será la etapa final de nuestra salvación; es por eso que esperamos a Jesús como Salvador.
“Ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día” (Romanos 13:11-12).
“También Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:28).
“Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:5).
La salvación en nuestro andar diario
Por otro lado, cada día tenemos la necesidad de ser librados de los peligros espirituales a los que estamos expuestos. Andamos en un mundo en el cual el mal nos rodea por todos lados, estamos sujetos a las tentaciones de nuestro propio corazón, y Satanás busca seducirnos. A causa de esto necesitamos el socorro constante de nuestro Salvador para librarnos (o salvarnos).
Dos pasajes que nos presentan esta salvación:
- “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Con respecto a este pasaje un hermano escribió: «Los peligros del exterior amenazaban a los creyentes, y en el interior estaban expuestos a disensiones. Era pues necesario redoblar energías para realizar y manifestar el sentir que hubo en Cristo Jesús. Haciendo esto se ocuparían en su salvación y en la liberación de los peligros a los que estaban expuestos. Era necesario hacerlo con temor y temblor, recordando su debilidad. Pedro, antes, había pensado poder obrar por su propia salvación sin temor ni temblor, y sabemos lo que sucedió» (F.B. Hole). Para ilustrar este pasaje de la epístola a los Filipenses, se dio este ejemplo: Si tengo un libro malo en mi biblioteca, me ocuparé en mi salvación eliminándolo de mi casa, y así no tendré la tentación de leerlo.
- “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:16). «La salvación aquí es la liberación de los peligros de los cuales el Espíritu nos advierte expresamente al principio del capítulo» (F.B. Hole).