“Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada;
vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil”
(Ezequiel 34:16).
Jesucristo se ocupa de todos los redimidos. Sin embargo, su atención particular se fija sobre aquellos que se enfrenten con dificultades en su vida de fe:
- Todos los que creen en el Señor Jesús son salvos para siempre y no perecerán jamás (Juan 10:28). Pero es posible que se deslicen en el camino mientras andan en este mundo y se desvíen. Entonces el Pastor los busca para traerlos nuevamente al buen camino.
- Cuando surgen problemas en el pueblo de Dios, sucede desafortunadamente que ciertos creyentes se descarrían. Decepcionados dejan el lugar donde el Señor desea congregar a los suyos en su alrededor. También a estos sigue el Pastor y habla a sus corazones para que vuelvan a tener comunión con Él.
- Las heridas son producidas por causas exteriores. Muchos cristianos se lesionan por comprometerse con el mundo. Otros son ofendidos por una crítica o palabras imprudentes. Pero el Pastor está aquí para vendar semejantes lesiones. Por su Palabra da consuelo y produce sanidad.
- Las debilidades pueden tener varias causas. Cuando creyentes no se alimentan con la sana doctrina de la Palabra de Dios, sino que se envenenan con mala literatura, se ponen débiles espiritualmente y pierden su fuerza. También a estos desea ayudar el Pastor. Los dirige en su hombre interior hacia su maravillosa Persona y fortalece su fe para que recobren una buena salud espiritual.