El futuro de los creyentes en el cielo y sobre la tierra

El paraíso de Dios

Para los creyentes que pasaron por la muerte —que durmieron— antes del retorno del Señor, el futuro en el cielo ya comenzó. Están “con” Jesús su Salvador, como el ladrón convertido (Lucas 23:42-43), “con Cristo”, el Señor glorificado “lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23). “Ausentes del cuerpo” están “presentes al Señor” (2 Corintios 5:8). Están junto a Jesús, en compañía de todos los creyentes que durmieron antes que ellos.

 

El arrebatamiento de los creyentes

“Los muertos en Cristo” serán resucitados a la venida del Señor (1 Tesalonicenses 4:16). Son todos los creyentes “dormidos”, desde los tiempos del Antiguo y del Nuevo Testamento (véase Hebreos 11:40). En el mismo momento, los que estén vivos serán “transformados” (1 Corintios 15:51-52). El Señor dijo a sus discípulos que les iba a preparar un lugar “en la casa de mi Padre” introduciéndolos allí, junto a él (Juan 14:2-3).

Nos preparó este lugar por el cumplimiento perfecto de su obra y volvió como hombre allí donde estaba “antes que el mundo fuese” (Juan 17:5). Porque ahí se encuentra ahora como hombre glorificado, también lo estaremos nosotros, seres humanos, que Dios el Padre “escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor” (Efesios 1:4-5).

La expresión “casa de mi Padre” (Juan 14:2) concierne a los creyentes de la época de la gracia, ya que son ellos quienes conocen la relación de hijos de Dios. Sin embargo, los creyentes del Antiguo Testamento estarán con nosotros en el cielo, para rodear el trono (Apocalipsis 4:4, 10-11). Vestidos de ropas blancas y llevando coronas de oro —representados por los 24 ancianos— todos adoraremos a Aquel que está sentado en el trono. Juntos cantaremos también el cántico nuevo que exaltará a Aquel que es digno de tomar el libro y abrir los sellos (Apocalipsis 5:8-10).

 

El tribunal de Cristo

Según Romanos 14:10 y 2 Corintios 5:10, todos nosotros compareceremos “ante el tribunal de Cristo” después de nuestro arrebatamiento al cielo. Con respecto a esto, notemos algunos puntos:

  • El que ejerce la función de juez es “el Hijo del Hombre” (Juan 5:27), “aquel varón a quien designó” (Hechos 17:31).
  • Compareceremos allí con cuerpos glorificados (Filipenses 3:21) y hechos “justicia de Dios” (2 Corintios 5:21).
  • Esta escena tendrá lugar antes de las bodas del Cordero. Es parte de la preparación de la esposa para esas bodas (Apocalipsis 19:7).
  • No debemos temer ese momento. El que cree “no vendrá a condenación” (Juan 5:24) porque Cristo llevó el peso del juicio de Dios contra nuestros pecados. Podemos tener “confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros” (1 Juan 4:17). “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
  • El Señor aclarará todo y “manifestará las intenciones de los corazones” (1 Corintios 4:5). “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12).
  • Entonces sabremos todas las cosas, conoceremos como hemos sido conocidos (1 Corintios 13:12), y recibiremos una recompensa de Dios según lo que hemos hecho (2 Corintios 5:10). 
  • Hoy conduzcámonos de manera que no perdamos nuestra recompensa o nuestra corona ese día (Mateo 6:1; Apocalipsis 3:11) ni suframos pérdida (1 Corintios 3:15).

El pensar en ese día es un estímulo para nuestra conducta y servicio, especialmente para el trabajo evangélico (2 Corintios 5:9, 11).

 

Las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:8-9)

El Cordero, el Señor Jesús, es la persona central de las bodas: ¿cómo podría ser de otra manera?

La Iglesia es la esposa (véase Efesios 5:22-23). A ella “se le ha concedido que se vista de lino fino”, que le es dado en testimonio de su conducta fiel: “porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:8). Los creyentes del Antiguo Testamento están allí como los convidados.

 

Los creyentes celestiales asociados al juicio

Justo antes del establecimiento del reino milenario, los creyentes ya en el cielo acompañarán al Señor cuando aparecerá como juez para destruir a sus enemigos (Apocalipsis 19:11-21). Estando ligados a Cristo, esos creyentes estarán igualmente presentes en el juicio de los vivos que tendrá lugar al principio del reino de mil años (1 Corintios 6:2; Mateo 25:31-46). Los que comparecerán en ese momento son los hombres que habrán oído el evangelio del reino, siendo juzgados según la manera en que han tratado a los mensajeros de este evangelio.

 

Los creyentes celestiales durante el reino de mil años

Durante este periodo, tres grupos de creyentes reinarán con Cristo desde el cielo sobre la tierra (Apocalipsis: 20:4-6):

  1. Los creyentes perteneciendo a Cristo en el primer acto de su venida: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos” (v. 4). Son los creyentes del Antiguo Testamento y los del periodo de la Iglesia.
  2. Los mártires del primer periodo de 3 años y medio después del arrebatamiento de los creyentes: “y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios”. Sus almas están vistas debajo del altar en el capítulo 6, versículos 9 y 10.
  3. Los mártires del segundo periodo de 3 años y medio, la gran tribulación: “los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos” (v. 4). Están mencionados también en Apocalipsis 6:11; 13:15; 14:13 y 15:2.

Los dos últimos grupos serán resucitados justo antes del reino de mil años. Su resurrección constituye el último acto de la “primera resurrección” (Apocalipsis 20:5-6).

 

Los creyentes celestiales después del reino de mil años

Después del reino milenario se establecerá el estado eterno (Apocalipsis 21:1-4). En este estado definitivo, que no soportará ya más ningún cambio, la Iglesia ocupará siempre un lugar especial, diferenciada de los demás creyentes. Está presentada con el nombre “la santa ciudad” y “la nueva Jerusalén”. Desciende “del cielo, de Dios”, lo que indica que su origen y su vocación son celestiales. Ella está preparada “como una esposa ataviada para su marido”.

 

Los creyentes sobre la tierra durante el reino de mil años

Después del arrebatamiento de los creyentes, Dios operará en los corazones de los hombres y suscitará una nueva generación de creyentes. En la semana 70 de Daniel 9 —una semana de años, es decir 7 años— Dios hará proclamar el evangelio del reino a todas las naciones (Mateo 24:14). Lo hará por medio de judíos en cuyo corazón primero habrá trabajado y vendrán a ser sus testigos. Sin embargo, se nos dice claramente que los hombres que han rechazado el Evangelio de la gracia antes del rapto de los creyentes se perderán (2 Tesalonicenses 1:8-9; 2:10).

Son muchos los que habrán recibido, de entre los judíos y de las naciones, el evangelio del reino y se convertirán.

En Apocalipsis 7:1-8 encontramos 144.000 hombres de Israel “sellados”. Es un número simbólico. Serán protegidos durante esos tiempos difíciles y entrarán vivos en el reino milenario, con la excepción, tal vez, de algunos entre ellos que forman parte de los mártires mencionados arriba, siendo introducidos en el cielo. 

En los versículos 9 a 17 aparece una gran multitud viniendo de las naciones. Ellos también han aceptado el evangelio del reino y entran vivos en este periodo de bendición.

Se trata también de esos creyentes en Mateo 25:31-46. Durante el juicio de los vivos, poco antes del principio del reino, el Señor se sentará sobre su trono y juzgará aquellos que están delante de él. Separará los unos de los otros como un pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, las bendecirá y hará de ellas los llamados herederos del reino, que les fue preparado desde la fundación del mundo.

En Apocalipsis 14:1-5 aparece otra compañía de 144.000 redimidos, teniendo el nombre de Cristo y el de su Padre escritos sobre sus frentes. Ellos siguen al Cordero a donde vaya y entran en el reino con él.

Durante el reino de mil años, sin duda que millones de personas nacerán e igualmente se les anunciará el evangelio del reino. También deberán convertirse. Los que lo hagan vivirán hasta el fin del reino. El gran resultado de la predicación del evangelio del reino está ilustrado por la pesca descrita en Juan 21:1-14.

 

El estado eterno

Al final, todos los creyentes del reino serán transferidos a la nueva creación. Sobre la nueva tierra, en el estado eterno, no habrá más mar. La nueva creación es algo enteramente diferente de la creación actual. El mar es una imagen de la agitación que es un factor de divisiones (Isaías 57:20). Estas cosas no existirán más sobre la tierra nueva. Dios habitará con los hombres y borrará todo recuerdo de sufrimiento.