¿A qué olemos?

Cantar de los Cantares 7:8

“El olor de tu boca sea como de manzanas” (Cantares 7:8).

¿Me permite unas preguntas? ¿Qué llena y mueve su corazón? ¿Qué le preocupa? ¿Vive cerca de su Señor, deleitándose en hablar con él, llenando su corazón con su Persona y su Palabra? ¿O su corazón desea las cosas que el mundo le ofrece? Recuerde, ¡todo lo que ocupa su corazón y sus pensamientos no puede ocultarse!

Si ha comido del “pan del cielo”, si “su fruto es dulce a tu paladar” como las manzanas, los que le rodean lo notarán. Pero también puede que se sienta como muchos israelitas cuando anhelaban la comida de Egipto. Puede ser que su corazón se complazca con “las cebollas y los ajos” de este mundo y que ponga sus ojos en ellos, a pesar de ser cosas muy contrarias a su Dios y Padre. Entonces no sirve a Dios, sino a la voluntad propia y a los deseos pecaminosos (Juan 6:32; Cantares 2:3; Números 11:5).

Puede comer “cebollas y… ajos” en secreto, pero sus compañeros creyentes lo detectarán por su aliento, por “el olor de tu boca”. Lo mismo ocurre cuando uno se dedica a la Palabra de Dios. Ambos tendrán un efecto y se manifestarán en usted. El Señor, que conoce su corazón mucho mejor y más profundamente que usted mismo, lo ve. Lo que llena su corazón también se hará patente en sus conversaciones con los demás.

¡Esfuércese en poner los ojos en Jesús! Solo él es el alimento adecuado para su corazón. Los demás se darán cuenta de su compromiso con él. Y Jesús mismo percibirá algo de Sí en usted. Lo que haya visto de Él será un alimento para su corazón y formará parte de su ser. Usted no lo notará directamente, pero él lo verá con gran alegría: este fruto en su vida que es de él, con él y para él.