17) Los dones de milagros
a) ¿Qué función cumplían?
¿Por qué Dios los dio? ¿Para evangelización? ¿Para brindar un espectáculo emocional? ¿Para reducir los sufrimientos de los creyentes? Ninguna de estas cosas.
Dios dio señales milagrosas para demostrar que había comenzado algo completamente nuevo, una nueva etapa, la de la Iglesia.
El tiempo de la ley había terminado. Dios formó la Iglesia por el Espíritu Santo. De manera que, en el día de Pentecostés (comienzo de la Iglesia), Dios capacitó a los discípulos para hablar en lenguas extrañas a fin de que otras personas pudieran comprender. ¿Quién podría negar que Dios mismo dirigía tales manifestaciones?
Notemos que las “lenguas” eran una señal dada sólo para los judíos (1 Corintios 14:21).
En algunas oportunidades, ellos hicieron milagros de sanidades (por ejemplo Hechos 3), pero no para aliviar los sufrimientos de los creyentes, sino como señal para los incrédulos (Hechos 4:16, 30; Hebreos 2:4).
b) ¿Qué función cumplen el día de hoy?
Los dones de milagros fueron dados para el principio (Hebreos 2:3-4). Eran una prueba visible de que la Iglesia era una obra de Dios, algo completamente nuevo, un nuevo comienzo. Por cierto, Dios puede seguir obrando milagros hoy en día, y de hecho lo hace, pero esto es diferente a que alguien ejerza un don de milagros.
¿Qué se puede decir acerca de las lenguas? Bien, déjeme preguntarle: ¿conoce usted a alguna persona que pueda hablar una lengua que nunca haya aprendido —porque esto era lo que sucedió en Hechos 2—? Y con respecto a las personas que afirman hablar en lenguas, ¿respetan las enseñanzas presentadas en 1 Corintios 14? ¿Interpretan todas sus exposiciones (v. 13 y 27)? Algunos lo intentan, pero sin embargo no podemos considerarlo auténtico ya que no hay una interpretación. ¿Están utilizando estas señales para los incrédulos (v. 22)? ¿Guardan silencio las mujeres en la iglesia (v. 34)?
Si Dios da un don, tal como está descrito en el Nuevo Testamento, debemos reconocerlo. Pero debemos tener mucho cuidado con los dones falsificados que algunos pretenden presentar como dones legítimos, pero que en realidad están muy lejos de la enseñanza de la Palabra de Dios.
18) ¿Qué significa la expresión «la ruina1 de la Iglesia»?
Significa simplemente que las cosas hoy han cambiado mucho desde que Dios las estableció al principio, en Pentecostés. Los cristianos se han fragmentado en diversos grupos. Muchos se han convertido en miembros de distintas organizaciones, en lugar de actuar sencillamente como miembros del cuerpo de Cristo. Hoy en día, el mal en la profesión cristiana se presenta de diferentes formas:
- Mal eclesiástico (ministerio de un solo hombre, etc.).
- Mal doctrinal (cuando se ataca a la persona de Cristo, su impecabilidad, su encarnación, su humanidad, su obra, la salvación, y otras cosas más) y también la inspiración verbal de las Escrituras (véase el capítulo 8 en el próximo número).
- El mal moral es tolerado en numerosos lugares (1 Corintios 5).
Todo parece estar en una espiral descendente. Además, muchos cristianos objetan estas formas del mal, pero permanecen asociados a ellas.
19) ¿Cómo se puede mostrar unidad en tiempos de ruina y fragmentación?
¿Echó a perder el hombre todo lo que le fue confiado? Sí, pero esto no significa que sea imposible poner en práctica los principios bíblicos. Aun cuando los hombres formen organizaciones, usted igualmente puede reunirse como lo enseña la Biblia: simplemente alrededor del Señor Jesús (Mateo 18:20) y comprendiendo que los creyentes somos miembros del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-13). Pídale al Señor, y Él le mostrará a otros creyentes que también desean reconocer a Jesús como el Señor, y obedecer Su Palabra. Reúnase con ellos y sencillamente ponga en práctica las enseñanzas de la Palabra de Dios con Su ayuda y por Su gracia. Pero, recuerde que usted no estará formando una nueva Iglesia. Dios ya formó la Iglesia hace mucho tiempo y esto es plenamente suficiente. Hoy en día, nosotros simplemente debemos reconocer lo que Dios hizo.
20) ¿Quién debe ser recibido para el partimiento del pan?
Todos los creyentes que no presenten impedimentos. ¿Por qué todos los creyentes? Porque es un privilegio de cada miembro del cuerpo de Cristo (1 Corintios 10:17). ¿Y por qué puede haber impedimentos? ¿Cómo puede suceder esto? Pues bien, hay tres razones principales:
- Mal moral: Por ejemplo, el hombre de 1 Corintios 5 que tuvo que ser “quitado” a causa de su conducta inmoral.
- Mal doctrinal: Si alguien no trae la doctrina de Cristo (2 Juan 9-11), usted no debe recibirlo en su casa, mucho menos celebrar el memorial del Señor con él. El mal doctrinal es “levadura” (Gálatas 5:9).
- La asociación con el mal: Aquel que recibe al hereje de 2 Juan 9-11 “participa en sus malas obras”. Aquellos que comían en el templo de los ídolos en Corinto participaban de “la mesa de los demonios”, aun cuando ellos en sí no creían en aquellos ídolos (1 Corintios 10:19-22). Léase también: 1 Corintios 15:33; Apocalipsis 2:14.
21) ¿Cuál es la relación entre iglesias locales?
Una iglesia (o asamblea) local es una parte de toda la Iglesia de Dios (1 Corintios 1:2). En consecuencia, las iglesias locales actúan en armonía unas con otras, así como los miembros del cuerpo humano trabajan unos con otros y no unos contra otros. Cierto, el cuerpo no está compuesto por iglesias, sino por individuos; sin embargo, todos los que componen las iglesias locales son miembros de un mismo cuerpo. Hay “un cuerpo” (Efesios 4:4), y una Cabeza en los cielos, Cristo mismo, quien desea dirigir a los creyentes según Sus pensamientos, manteniendo a los suyos en armonía.
La iglesia local es sólo la expresión y representación de la Iglesia de Dios en su conjunto (1 Corintios 10:17; 12:27; véase la respuesta 9).
Cuando una iglesia local toma una decisión (por ejemplo, disciplinando o recibiendo a la comunión práctica a un creyente), entonces esto es “atado” también para todas las demás iglesias: “Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo” (Mateo 18:18). Pablo enseña que las instrucciones que impartía a los corintios eran también atadas en todos los demás lugares (1 Corintios 1:2; 4:17; 7:17; 11:16).
22) ¿Qué es la disciplina en la iglesia?
El objetivo de la disciplina en la iglesia es ayudar a restaurar a una persona que ha obrado de una manera incompatible con la doctrina y la práctica cristianas. El tipo de disciplina depende del caso. Hay siete clases de disciplina:
- Cuando uno es sorprendido en alguna falta: Gálatas 6:1-2.
- Amonestación y separación de alguien que anda desordenadamente: 1 Tesalonicenses 5:14; 2 Tesalonicenses 3:6, 14-15.
- Reprensión pública: 1 Timoteo 5:20; Gálatas 2:11-14.
- Desechar al que es hereje y fijarse en los que causan divisiones y apartarse de ellos: Tito 3:10-11; Romanos 16:17.
- Silenciar a aquellos que enseñan doctrinas extrañas: 1 Timoteo 1:3-4; Tito 1:10-11.
- Cuando un creyente peca contra otro: Mateo 18:15.
- La excomunión de personas: Es la forma más grave de disciplina en la iglesia. La iglesia debe reconocer, con humillación, que ya ha hecho todo lo posible y debe dejar el caso en las manos de Dios: léase 1 Corintios 5.
23) ¿Qué es una secta?
El mundo habla de una secta cuando tal grupo no pertenece a alguna de las grandes religiones oficiales. El Cristianismo, en sus comienzos, fue clasificado como una herejía o secta (Hechos 24:14; 28:22).
Originalmente, esta palabra se refería a las distintas «escuelas» o «partidos» que se fundaban sobre las opiniones de sus líderes.
En este sentido, se forma una secta sobre la base de alguna doctrina particular (o cuando una doctrina bíblica es enfatizada en exceso), estableciendo como requisito primordial para pertenecer a dicha secta que la persona exprese su pleno acuerdo con la doctrina enseñada allí.
En Corinto existía la tendencia a elegir y seguir con favoritismo a ciertos maestros (1 Corintios 1:11-13; 3:3-5), y corrían el peligro de que tal espíritu llevara a la creación de sectas (véase 11:18-19).
Ahora bien, ¿qué es lo que realmente hace que un grupo de cristianos sea considerado una «secta» o «sectario»?
Principalmente dos cosas:
- Crear formalmente una organización a la cual una persona debe pertenecer antes de gozar de la comunión con los otros «miembros».
- Imponer condiciones a aquellos que son recibidos en comunión —no los requisitos bíblicos en cuanto a un andar puro respecto a la doctrina y a las asociaciones, sino condiciones no bíblicas—, como por ejemplo la obligatoriedad de vestir un determinado uniforme.
24) ¿Somos «nosotros» una denominación?
Si usted participa de una denominación (una organización con un nombre), es mejor que deje de hacerlo. Los primeros cristianos no tenían un nombre particular, y no necesitamos uno hoy día. Ellos sencillamente eran reconocidos como “cristianos”, puesto que se sabía que pertenecían a Cristo.
Debemos contentarnos con ser, sencillamente, miembros del cuerpo de Cristo.
25) ¿Cómo nos relacionamos con otros cristianos que no se reúnen con nosotros?
Todos ellos son nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Aun cuando no podamos caminar con ellos (ni partir el pan con ellos), sí los amamos. ¿Cómo podemos mostrar dicho amor? ¡Buscando lo mejor para ellos! Tratando de ayudarlos fraternalmente para que puedan tener edificación cristiana y que su fe se fortalezca. Esto a veces requiere que se les enseñe la Palabra de Dios.
26) ¿Qué es lo más importante, que seamos sanos en la doctrina o que seamos fieles al Señor?
Una cosa no puede subsistir sin la otra. ¡Necesitamos ambas cosas! La doctrina sin devoción puede ser comparada a un esqueleto sin carne. La devoción sin doctrina es como un cuerpo sin un esqueleto que lo sostenga.
- 1La expresión «ruina de la Iglesia» —es decir, ruina en un sentido moral— se refiere al estado de desorden y confusión en que cayó la Iglesia poco antes de la partida de los apóstoles. La Iglesia en su posición celestial en Cristo, como obra de Él, es perfecta en Aquel que es su Cabeza; pero en cuanto a su testimonio y responsabilidad, sujeta a juicio (1 Corintios 3:11-18, Apocalipsis 2 y 3, por ejemplo), ella se ha apartado del modelo que Dios estableció al principio; y actualmente se halla en una condición de ruina pública, tal como había sido predicho en la Palabra.