Pepitas de oro /8

La prueba

La prueba

“Porque el Señor al que ama, disciplina.”
(Hebreos 12:6)

  • Cristo nunca abre una brecha en nuestra vida salvo para introducirse en nuestra alma y unirla más estrechamente a Él. El más pequeño progreso en el conocimiento de su amor y de su Persona tiene mucho más valor que todos los sufrimientos que jamás el hombre haya soportado. Nada hay que pueda ser comparado con este conocimiento de Él; es de una permanencia eterna.
     
  • No todos atraviesan tranquilamente esta vida, aunque algunos padezcan menos que otros; pero, después de todo, somos afligidos “por un poco de tiempo, si es necesario” (1 Pedro 1:6). No nos impacientemos; es Dios el que tiene todo en sus manos, el que juzga acerca de lo que nos hace falta. No se complace en afligirnos. Juzga según la necesidad, si somos afligidos, pero no es más que por un momento.
     
  • Muchas veces nos resulta muy penoso acudir a Dios con nuestras dificultades. Se suele decir: «¿Cómo puedo hacerlo, si son la consecuencia de mis pecados? ¿Puedo acudir a Dios con corazón sincero con todas mis inquietudes, sabiendo que las merezco?» Sí, porque Cristo las llevó ante Dios. Éste es el terreno en el cual puedo posicionarme. Dios puede emprender el hecho de venir en mi ayuda en toda mi aflicción, porque la obra de Cristo por mí ha sido perfectamente cumplida. Generalmente, todos los sufrimientos proceden del pecado, y todo el socorro está fundamentado en la expiación.
     
  • No hay ninguna situación en que un creyente se encuentre, en la cual no pueda buscar la presencia de Dios para ser socorrido.
     
  • Me he sentido muy dichoso durante mi enfermedad; me hizo comprender más que nunca que el cielo y el seno de Dios son mi refugio, puesto que estaré eternamente con Él.
     
  • El orgullo y una resistencia estoica al sufrimiento no nos convienen. De esta manera, nuestras almas no son llevadas ante Dios, sino, al contrario, son efectivamente mantenidas a distancia de Él. Cuando el dolor es total y sin escapatoria, esto nos da intimidad con Él, quien quiere y puede socorrernos, y entonces encontramos nuestro recurso en Dios.
     
  • Si llevásemos todas nuestras inquietudes a Dios para verdaderamente atravesarlas con Él, nuestros corazones serían libres y felices de olvidarse de sí mismos para cuidar de los demás.
     
  • Cuando un creyente es probado, el movimiento natural de la fe es buscar refugio en Dios como fuente de toda esperanza. No hay momento más feliz que el tiempo de la prueba para el alma que en Él confía.
     
  • Cuando miremos atrás a nuestra vida pasada, tenemos motivos de bendecir a Dios por las pruebas que hemos atravesado, más que por cualquier otra cosa.
     
  • Dios es condescendiente para identificarse con todas nuestras circunstancias. En la más mínima dificultad que nos oprimiera, su intervención tiene como efecto, no hacernos recobrar lo que hemos perdido, sino hacernos encontrar a Dios como sustituto de nuestro dolor.
     
  • Llegará el momento en el cual desaparecerán todos nuestros sufrimientos, pero nuestro Amigo permanecerá. Es aquel de quien el amor fue puesto a prueba, nuestro verdadero Amigo. Penetró en las más profundas dificultades de nuestros corazones y quiere hacernos participar de su gozo para siempre.