Pepitas de oro /9

La comunión

La comunión

“Bajo la sombra del deseado me senté.”
(Cantares 2:3)

  • Moisés vio “al Invisible” (Hebreos 11:27); esto le hizo ser decidido. Cuando tenemos conciencia de la presencia de Dios, Faraón no es nada. Cuando nuestra comunión con Él está interrumpida, la flaqueza y la indecisión nos caracterizan.
     
  • Sólo hay verdadero poder en Cristo. No tengo ninguno en ningún momento, salvo cuando mi alma está en secreta comunión con Él. Por eso, todo el poder que ejerce Satanás, lo desempeña esencialmente con vistas a impedirnos vivir de Cristo.
     
  • Ante todo, deberíamos procurar que nuestra comunión con Cristo sea tan profunda como toda nuestra predicación y todo lo que enseñamos a los demás; sin eso, la misma doctrina no tendrá fuerza; además, no estaríamos con Dios en ese camino, y, ante todo, es la única cosa necesaria.
     
  • Cuando Dios necesita siervos, puede desarrollar en ellos una gran actividad, como Pablo o los “hijos del trueno” (Marcos 3:17); pero la comunión es para Él lo más precioso. Había diferencia entre Pedro y Juan. El corazón del Señor Jesús descansaba con satisfacción en aquel que se recostaba al lado de Él.
     
  • El creyente debería tener con Dios relaciones más íntimas que con ninguna otra persona. La comunión con los creyentes es preciosa, pero es necesario que yo tenga, ante todo, una íntima comunión con Dios que lo sobrepase todo. Porque la comunión con los creyentes resulta de la comunión con Dios.
     
  • Gozarse en Dios es comunión; presentarle una necesidad no lo es. Dios hablaba con Abraham, “llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23); en esto consiste la comunión.
     
  • La comunión con Dios es el refugio secreto donde nuestro corazón se retira.
     
  • Si vivimos en comunión con Dios, no pensamos en nosotros mismos. Moisés no sabía que “la piel de su rostro resplandecía” (Éxodo 34:29), mientras que todos en Israel lo sabían. Dirigió sus ojos hacia Dios olvidándose de sí mismo. Luego, cuando miró a la tierra, trajo consigo la luz del cielo.
     
  • Nadie puede estar tan cerca de nosotros como lo está Dios, porque Él está en nosotros. Pero ¡cuán maravillosa es esta intimidad!.
     
  • La cruz y la corona van juntas; y aún más, la cruz y la comunión van juntas. La cruz alcanza mi voluntad propia; por eso, rompe y echa fuera todo aquello que impida la comunión.
     
  • Si no estoy en comunión con Dios, el Espíritu Santo hablará a mi conciencia en lugar de querer utilizarme para Él.
     
  • Que nuestra obra sea una obra hecha por fe, que saque su poder, e incluso su existencia, de nuestra comunión con Dios nuestro Padre.
     
  • Si, al presentar la verdad de Dios, no podemos hacerlo “conforme a las palabras de Dios” (1 Pedro 4:11), en comunión con Él, entonces, sería mejor guardar silencio.
     
  • Puedo estudiar con perseverancia la Palabra, pero si por este medio no encuentro la comunión con el Señor, eso no me será de ningún beneficio, al menos por el momento.
     
  • ¿En qué encuentra el Redentor su satisfacción, sino en el gozo y la comunión, en la felicidad de sus redimidos?