El Espíritu Santo

Juan 14:16 – 1 Corintios 6:19-20

“Yo, Jesús, rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre.”

(Juan 14:16)

“¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,
el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 

(1 Corintios 6:19-20)

 

Permítame que le pregunte cómo trata a este huésped divino. Hablo ahora con reverencia de la presencia de Dios. ¿Cuántas veces, en el transcurso del día, piensa en el hecho de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo?

Si el primer magistrado del país que habitamos viniera a hacer su morada bajo nuestro techo, por algunos días, su presencia absorbería ciertamente todos nuestros pensamientos. ¿Ocurre lo mismo con el Espíritu Santo que mora en nosotros? A la verdad no pensamos en esto con mucha frecuencia; pero nos acordaremos si hacemos todas las cosas con miras a agradar al Señor.

La presencia efectiva del Espíritu crucifica el egoísmo y nos libra de la ocupación de nosotros mismos, en el camino que proseguimos, porque Él nos llena de un solo objeto: Jesús.